En pleno centro de Santiago, a cuadras del Palacio de La Moneda, se encuentra Start-Up Chile, una de las iniciativas que más curiosidad han despertado en la prensa internacional.
Se trata de una apuesta del gobierno chileno por recrear un paraíso para emergentes de todo el mundo, con facilidades tributarias, subsidios, instalaciones y permisos de trabajo. Es el sueño de alcanzar en Chile un Silicon Valley latinoamericano.
Se trata también de una novedad para Santiago, firme en la 3a posición de este Ránking, que aporta a crear un ambiente de negocios cada vez más cosmopolita. “Tímidamente todavía, con iniciativas como Start-up Chile y otras, la cultura chilena, bastante conservadora en todo orden de aspectos, incluidos los de negocios, comienza a mostrar signos de mayor soltura, libertad, desprejuicio y valoración del riesgo”, dice Pablo Álvarez, director de Innovacion.cl, un portal creado para promover una “cultura de innovación”.
Según Álvarez, en la medida en que este cambio se acentúe, “se va a agregar otro factor positivo en la atracción de negocios: un ambiente proclive a la innovación”.
Y es que una de las principales conclusiones de este Ránking muestra cómo las ciudades chilenas ganan competitividad, en especial cuando los climas mundiales son inciertos. Santiago, la más pequeña de las ciudades encaramadas en los primeros 6 lugares, subió su Índice de Competitividad Urbana (ICUR) en 3,4 puntos, y Valparaíso-Viña del Mar (13°) lo hizo en 5,1. En gran parte, porque las ciudades chilenas muestran una consistencia “contracíclica”, en especial en los indicadores de Marco Social y Político y Marco y Dinamismo Económico, pero también en otros indicadores, como Capital Humano, donde está implícita la medición de las competencias para innovar.